Este mandamiento prohíbe quitar, retener, estropear o destrozar lo ajeno contra
la voluntad razonable de su dueño.
Por
ejemplo: le quito a un compañero su reloj de pulsera y lo vendo a otro; o no
quiero devolverlo a quien me lo ha prestado; o en un momento de enfado le doy al
reloj un fuerte martillazo para vengarme de mi amigo: todo esto está incluido en
la prohibición del séptimo mandamiento.
Contraer
deudas sabiendo que no se podrán pagar en el plazo adecuado, es un pecado muy
frecuente en nuestros tiempos, en que tanta gente vive por encima de sus
posibilidades.
Este
mandamiento prohíbe también el fraude: robar con apariencias legales, con
astucia, falsificaciones, mentiras, hipocresías, pesos falsos, ficciones de
marcas y procedencias, etcétera.
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