viernes, 2 de enero de 2015

Santificaras la fiestas

La ley natural prescribe al hombre el santificar de tiempo en tiempo un día, consagrándolo al culto de Dios, pero no determina ningún día particular. El sábado fue establecido en el Antiguo Testamento en memoria del descanso de Dios después del sexto día de la creación, así como también por el beneficio que concedió a su pueblo librándole de la servidumbre de Egipto (Deut. 14, 15). La ley del sábado parece haber existido antes de Moisés y se remonta probablemente al origen del género humano.
El tercer mandamiento nos manda honrar a Dios con obras de culto en los días de fiesta.
En la ley antigua los días de fiesta eran los sábados y otros días particularmente solemnes para el pueblo hebreo; en la ley nueva son los domingos y otras festividades establecidas por la Iglesia.
En la ley nueva se santifica el domingo, que significa día del Señor, en lugar del sábado, porque en tal día resucitó Jesucristo Nuestro Señor.
En los días de fiesta se nos manda como obra de culto asistir devotamente al santo sacrificio de la Misa.
El buen cristiano santifica las fiestas: 1) asistiendo a la Doctrina cristiana, al sermón y a los divinos oficios; 2) recibiendo a menudo y con las debidas disposiciones los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía; 3) ejercitándose en la oración y en obras de cristiana caridad con el prójimo.

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